Esta tarde he leído una entrada que me ha conmovido. Una entrada con la que me han dado ganas de gritar y, a raíz de ella, pedir la nacionalidad en otro país. Decepción, ira, angustia y muchos otros sentimientos entremezclados que me dejan claro la clase de país de pandereta en el que vivimos. Este es sólo un extracto que Ramón Lobo (periodista español) ha publicado en su blog 'En la boca del lobo' referente a la sentencia dictada por el caso Baltasar Garzón:

"Le han condenado siete jueces unánimes por saltarse las reglas. Con otros suprimieron las pruebas obtenidas de manera ilegal; a este le suprimen la toga entera. Contentas deben andar las dos juezas socialistas que tanta inquina le guardaban, los mediocres que le envidiaban y los demócratas de las JONS que sobrevivieron mudandose de uniforme que no de ideas. 

Le librarán de penarle con los presuntos delitos contra la ley de amnesia, daría mala imagen, y cargarán las escopetas en el tercer caso. El guión del ajuste de cuentas está cantado, pero esto no es prevaricación, solo justicia. 

Hoy me gustaría ser extranjero, etéreo, otro. Hoy me gustaría ser conciencia, como Labordeta".

No me quedan palabras. No nos queda dignidad. Nos las han robado.