Reinventarse, revivir, resurgir, rendirse. No, no. Rendirse, nunca. No
importa cuántas veces te toque el fracaso o te estrepites contra el vacío. El
caso es que aprendes a sobrevivir, a forjar una nueva identidad y a caminar
hacia un nuevo lugar.
Recuerdas que esta situación ya
la has vivido. ¿Pesimismo? Nada de eso. Inconformismo más bien. Recuerdas que un
día hiciste la maleta para acariciar tu sueño. Aquel día queda ya muy lejos y
ni siquiera eres esa misma persona. Estás nostálgico. Vuelves a hacer repeat en esa canción que marcó aquella época. Te quejas por no tener más suerte o una buena lista de contactos. Pero te
creces. La adversidad provoca eso.
Llega el temido día. Ya no
volverás a escuchar ese politono que te arrancaba un bostezo cada mañana. Todo
es diferente. No es malo, sólo eso. Diferente.